domingo, 1 de marzo de 2009

“Moros venen, moros van”

Este año se conmemoran 400 años de la expulsión de los moriscos en España. Una limpieza étnica que se llevó a cabo por todo el territorio y que afectó a más de 300.000 personas. Un triste capítulo de la historia de este país que poca gente parece recordar.

Para ser sincera, cuando empecé a escribir este texto el conocimiento que tenía sobre este hecho era básico y he tenido que consultar varias páginas web y libros de historia para poder hablar del éxodo forzoso más importante en España antes de la Guerra Civil. Somos víctimas de un sistema educativo que esconde los trapos sucios de un Estado que en un tiempo fue imperio. Las masacres, los abusos, los robos, los asesinatos y la extinción de culturas y étnias que cometió el reino español en colonias y comunidades son breves relatos adornados que se concluyen en una lección de historia.

He tenido la suerte de educarme en dos países diferentes, Argentina y España. Y, aunque ambos son países iberoamericanos con raíces y culturas parecidas, en el primero, en el que sólo estuve dos años de mi vida estudiantil, aprendí mucho más sobre el imperio español y la colonización que en doce años en España.

Mi hermano no tuvo esa suerte. A la edad de tres años, en una representación del colegio le hicieron cantar una canción que decía algo así como: “Moros venen, moros van, pel carrer de Sant Joan. Moros a terra! Moros a guerra!”. Les hablo del siglo XXI, no de hace 400 años.

La mayoría de gente, cuando su ropa está sucia la lava. Otros, símplemente se echan colonia por encima para ocultar el mal olor. Esto es lo que estamos haciendo nosotros con algunos episodios de la historia, y uno de ellos es la expulsión de los moriscos en el siglo XVII.

Los moriscos eran los descendientes de las personas que en el pasado del al-Andalus profesaron la religión musulmana y fueron bautizados tras la pragmática de los Reyes Católicos del 14 de febrero de 1502. Esta conversión al cristianismo buscaba el asimiliacionismo de la comunidad musulmana por la fuerza. Los mudájeres de toda España, que llevaban siglos viviendo en el país, tuvieron que ir a las iglesias a bautizarse y cambiarse el nombre para no perder sus tierras y poseciones. Si alguno no entendía bien el castellano o no se le ocurría ningún nombre, se le ponía Fernando si era hombre e Isabel si era mujer. La mayoría de los moriscos optaron por la conversión para no ser expulsados. Durante más de un siglo vivieron subordinados a la fe cristiana y en una difícil convivencia. Aquellos que querían seguir profesando sus creencias y costumbres lo tenían que hacer a escondidas. Eran odiados por los cristianos viejos, rechazados por la Corona y detestados por la Iglesia.

En 1609 Felipe III decretó la expulsión de los moriscos españoles, que en teoría ya eran cristianos conversos, y acabó con una farsa de la convivencia feliz de tres religiones (judía, musulmana y cristiana). El rey quiso mostrarse como un símbolo de firmeza ante sus enemigos, pero en realidad fue la culminación de una política confusa hacia la comunidad morisca iniciada por los Reyes Católicos.

300.000 personas expulsadas en siete años, en la historia hay pocos casos similares. Posiblemente entre los siglos XVI y XVIII no hubo ninguno de esta amplitud.

Muchos emigraron a América, aunque la mayoría de moriscos fueron transportados al norte de África.

La pérdida del 4% de la población puede parecer de poca importancia, pero hay que tener en cuenta que los moriscos conformaban una parte importante de la masa trabajadora. Las consecuencias de la expulsión fueron graves para la economía de España, sobre todo para el Reino de Valencia, que perdió la cuarta parte de su población. Los grandes señores perdieron la principal mano de obra en la agricultura y los burgueses se arruinaron debido a la suspensión de pagos de rentas por los préstamos hechos a los pripietarios rurales.

La huella de los moriscos tuvo una presencia muy fuerte en el arte, la economía, la agricultura o la arquitectura de los países de destino, como Argelia o Túnez. El éxodo de estos españoles supuso una transferencia de la cultura hispánica por todo el Mediterraneo.

A lo largo de este año se van a celebrar una serie de eventos, conferencias y exposiciones para conmemorar y recordar desde diferentes perspectivas este episodio histórico. Como por ejemplo, la exposición Entre la tierra y la fe. Los musulmanes en el reino cristiano de Valencia (1238-1609) que se inauguró el pasado 26 de febrero en la Nau de la Universistat de València.

También se celebrará un congreso en la facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona durante los días 15 y 16 de abril que llevará el título de: Imagen y cómic: de Fortuny al Capitán Trueno. El imaginario sobre el mundo árabe y el Islam.

Por otra parte, la web www.1609-2009.es es un portal creado expresamente para introducir al internauta en esta etapa de la historia. Pese a que su diseño no resulta demadiado atractivo ni claro, cuenta con una amplia información sobre la comunidad morisca y su expulsión.

Todas estas iniciativas se realizan con el objetivo de estudiar y reflexionar sobre esta expulsión. Una limpieza étnica que 400 años después sigue pareciendo muy actual.

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