Probablemente nuestra época sea la más ociosa de todos los tiempos. En toda la historia no había habido tal cantidad de actividades y ofertas para ocupar nuestro tiempo libre.
¿Pero qué es el tiempo libre en una sociedad como la nuestra? ¿Dónde está? ¿A dónde ha ido?
Desde la crisis del Estado del Bienestar y las corrientes neoliberales que mueven nuestras economías, hemos vuelto a los tiempos en los que se trabajaba de sol a sol. Es verdad que las condiciones laborales ya no son las mismas, ni los métodos para producir tampoco. Nuestra sociedad ha cambiado, pero no nuestra manera de distribuir el tiempo y concebir el trabajo.
Quien trabaja mucho, aunque dispone de liquidez para gastarlo en ocio, no dispone de tiempo. El que trabaja poco y dispone de tiempo, no tiene dinero. El ocio se ha convertido en un lujo que administramos muy cuidadosamente. “Si mañana voy a cenar, esta noche no podré ir al cine, pero por otra parte me apetece más ir al teatro... pero es tan caro…”. Así, nuestro tiempo de ocio se rige por dos variables: tiempo y dinero. Y la ecuación es muy sencilla: menos tiempo y menos dinero = menos ocio.
Dentro de este panorama desolador, el fútbol se ha convertido en la actividad de ocio masiva y popular. El fútbol es capaz de reunir a noventa mil personas en un solo estadio y hacerles gritar, insultar, reír o llorar.
Por otra parte, está el boom tecnológico que nos absorbe la mayor parte del tiempo libre. Hemos sustituido el ir a la casa de un amigo para hablar por conectarnos al Messenger o al Facebook y “hablar” con veinte “amigos” a la vez. Las películas se ven des del ordenador y la música se baja por Internet. Y es lógico que sea así, ya que es barato e inmediato.
Sinceramente, pienso que nuestra sociedad sufre una grave crisis cultural, marcada por un sistema capitalista, una manera de concebir el mundo basada en la producción y un reparto desigual del tiempo y las oportunidades.
Una sociedad que no apuesta por la formación cultural de sus individuos es una sociedad vacía y pobre, que se va consumiendo a sí misma poco a poco y no es capaz de reciclarse.
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