domingo, 26 de abril de 2009

¿Dónde está? ¿Dónde estamos?

Probablemente nuestra época sea la más ociosa de todos los tiempos. En toda la historia no había habido tal cantidad de actividades y ofertas para ocupar nuestro tiempo libre.

¿Pero qué es el tiempo libre en una sociedad como la nuestra? ¿Dónde está? ¿A dónde ha ido?

Desde la crisis del Estado del Bienestar y las corrientes neoliberales que mueven nuestras economías, hemos vuelto a los tiempos en los que se trabajaba de sol a sol. Es verdad que las condiciones laborales ya no son las mismas, ni los métodos para producir tampoco. Nuestra sociedad ha cambiado, pero no nuestra manera de distribuir el tiempo y concebir el trabajo.

Quien trabaja mucho, aunque dispone de liquidez para gastarlo en ocio, no dispone de tiempo. El que trabaja poco y dispone de tiempo, no tiene dinero. El ocio se ha convertido en un lujo que administramos muy cuidadosamente. “Si mañana voy a cenar, esta noche no podré ir al cine, pero por otra parte me apetece más ir al teatro... pero es tan caro…”. Así, nuestro tiempo de ocio se rige por dos variables: tiempo y dinero. Y la ecuación es muy sencilla: menos tiempo y menos dinero = menos ocio.

Dentro de este panorama desolador, el fútbol se ha convertido en la actividad de ocio masiva y popular. El fútbol es capaz de reunir a noventa mil personas en un solo estadio y hacerles gritar, insultar, reír o llorar.

Por otra parte, está el boom tecnológico que nos absorbe la mayor parte del tiempo libre. Hemos sustituido el ir a la casa de un amigo para hablar por conectarnos al Messenger o al Facebook y “hablar” con veinte “amigos” a la vez. Las películas se ven des del ordenador y la música se baja por Internet. Y es lógico que sea así, ya que es barato e inmediato.

Sinceramente, pienso que nuestra sociedad sufre una grave crisis cultural, marcada por un sistema capitalista, una manera de concebir el mundo basada en la producción y un reparto desigual del tiempo y las oportunidades.

Una sociedad que no apuesta por la formación cultural de sus individuos es una sociedad vacía y pobre, que se va consumiendo a sí misma poco a poco y no es capaz de reciclarse.

domingo, 5 de abril de 2009

"La cultura és necessària?"


El otro día, paseando por Diagonal, me encontré con este cartel.
Qué quiere decir que si la cultura es necesaria?
Con qué juego de palabras nos quieren atraer esta vez los publicistas?
He intentado averiguar qué se esconde detrás de este eslogan, pero no he dado con ello aún.
Lo cierto es que a mi me llamó la atención esta pregunta retórica (quizás sean las consecuencias de las clases de periodismo cultural...)
Mi primera reacción al ver el cartel fue: "pss... pues claro que es necesaria!".
Durante todo el trayecto hasta casa esta dichosa pregunta ocupó gran parte de mi mente. Intentaba dar una respuesta contundente, con suficientes argumentos. Pero me venían tan rápido a la cabeza que no conseguía enumerarlos a todos.
Finalmente llegué a la conclusión de que la cultura es necesaria para vivir. Simple y llanamente.
¿Qué motivos se os ocurren a vosotros?

The Visitor


The Visitor és la historia de Walter Vale, un professor universitari que viu una vida rutinària i monòtona, sense passió per ensenyar ni escriure. Està cansat de tot el que li rodeja i camina com un somnàmbul a la seva pròpia vida.
Un dia, l’universitat l’envia a Nova York per assistir a una conferència, i quan Walter arriba al seu apartament, on fa temps que no hi va, es troba amb una jove parella d’immigrants que viu a casa seva des de fa uns mesos a causa d’una estafa immobiliària. Tarek, de nacionalitat síria, i Zainab, la seva parella senegalesa, no tenen a on anar. Trencant amb els seus esquemes, Walter permet de mala gana que la parella es quedi amb ell. La convivència amb els joves canviarà les percepcions de Walter i poc a poc anirà recuperant les ganes per viure.
El film aborda la problemàtica de la immigració, donat que la parella no resideix a Estats Units de manera legal i això comporta unes desgraciades conseqüències en les que Walter també es veurà implicat.
Cinc anys després de la seva òpera prima, Vidas Cruzadas (2003), McCarthy escriu i dirigeix una pel•lícula sensible i transparent. I al igual que amb el seu primer film, ha tornat a gaudir de l’èxit de la crítica i del públic. La història aborda temes com l’amor i l’amistat d’una manera sincera i fa una denuncia a las lleis que tracten els problemes de la immigració als Estats Units. Aquesta història sobre solidaritat entre desconeguts funciona i atrapa en tot moment.
Un dels grans encerts és el seu protagonista, Richard Jenkins. Aquest actor, a qui ja hem vist de secundari en Quemar después de leer, El hombre que nunca estuvo allí o Algo pasa con Mary, assumeix en The Visitor el seu primer paper protagonista a la gran pantalla. Tot i no haver guanyat l’Oscar, realitza una interpretació impecable basada en la contenció i carregada de matisos en la que amb una sola mirada reflexa tot el que el personatge porta per dins.
L’única tara del film és la falta de un ritme més regular i la coherència de la narració, que fa que no deixi de ser previsible. Però encara que s’hagi estrenat a poques sales i no hi serà molt de temps a cartellera, és una pel•lícula absolutament recomanable.

Dirección: Thomas McCarthy
Guión: Thomas McCarthy
Reparto: Richard Jenkins (Walter Vale), Haaz Sleiman (Tarek) Danai Gurira (Zainab), Hiam Abbass (Mouna), Marian Seldes, Maggie Moore, Michel Cumpsty, Bill McHenry, Richard Kind
Fotografía: Oliver Bokelberg
Montaje: Tom McArdle
Música: Jan A. P. Kaczmarek
Diseño de producción: John Paino
Dirección artística: Len Clayton
Productocción: Mary Jane Skalsky, Michael London
País: Estados Unidos
Año: 2007
Duración: 104 min.
Género: Drama

"En el séptimo cielo"


En el séptimo cielo (en alemán, Wolke Neun) es un drama romántico que muestra como el amor, la pasión y el sexo son posibles en la vejez. La veterana actriz alemana Ursula Werner, que la pudimos ver en Willenbrok (2005), interpreta a una mujer fuerte, pero que se encuentra en un punto de inflexión de su vida sentimental. Igne está en la sesentena y su vida es estable; cuida y ama a su marido Werner (Horst Rehberg), con el que lleva más de treinta años casada, tiene dos nietas, canta en un coro de mujeres mayores… Todo sigue su curso hasta que un día Karl (Horst Westphal) aparece en su casa para que le haga un arreglo en sus pantalones. Sin quererlo, ella se siente perdidamente atraída por él, que ya tiene 76 años. Ella no lo quería así, pero sucedió, como suele pasar con las reglas del amor. Su romance es apasionado, y de repende se siente como una joven que vuelve a sentir y a amar. El personaje se debatirá internamente entre si guiarse por sus sentimientos o hacer caso a la razón, que le corrompe la conciencia.

Dirigida por Andreas Dresen, esta película alemana, que concursó en el pasado Festival de Cine Europeo de Sevilla y que obtuvo dos nominaciones en el European Film Award – mejor director y mejor actriz –, nos enseña como el amor nunca es algo seguro y que los años no son sinónimo de estabilidad emocional. En el séptimo cielo destapa un tema que parece ser tabú en la historia del cine y en la sociedad: el amor y la sexualidad en la vejez, y lo trata de una manera muy natural y auténtica. Nos hace reflexionar y nos demuestra que el amor no es una cuestión de edad.


Haiku

Nuestros horizontes
se marchitan como flor
que no se riega

Valle de la Luna

“…sólo anhelaba una cosa: cruzar la frontera, no importaba cuál ni dónde, porque no me importaba el fin, la meta, el destino, sino el mero acto, casi místico y trascendental, de cruzar la frontera” (Viajes con Herodoto, Ryszard Kapuscinski)

El verano pasado crucé la frontera, ese deseo tan anhelado que comparto con Kapuscinski. Más bien, crucé el gran charco que nos separa del inmenso continente americano. Mi destino: Argentina. No hace falta decir que la riqueza de paisajes y de gentes de este país es impresionante.
En el extremo norte de la provincia de San Juan, limítrofe con Chile, se encuentra el Valle de la Luna (también conocido como el parque provincial de Ischigualasto). Una reserva paleontológica absolutamente espectacular. Es el único lugar les mundo donde puede verse totalmente al descubierto el periodo triásico. Entrar aquí es entrar en un lugar de formaciones rocosas surrealistas. Las lluvias y el viento de miles de año han ido formando un paisaje absolutamente increíble.

















El turista que llega a este parque se encuentra con un territorio prácticamente desierto. La ruta se realiza en coche, ya que son más de 40km de caminos rocosos. En cada parada, un guía nos explicaba todos los secretos que esconden aquellas rocas.

Ischigualasto, en quechua, significa “sitio donde se posa la luna”. Un nombre muy acertado, ya que el color de la tierra y los cráteres que se forman por todas partes nos recuerdan a la luna.



Si alguna vez visitáis Argentina, intentad desviar vuestra ruta hasta el Valle de la Luna. Realmente merece la pena.